La trampa del diseño estético sin propósito
A todas y todos nos ha pasado: vemos un diseño increíble, lleno de estilo, pero no entendemos qué quiere decir. Y una verdad incómoda es que si tu diseño no está cumpliendo su función de informar, conectar o convertir, estás desperdiciando tiempo y recursos. Me ha tocado ver marcas con gráficos que parecen de revista, pero no explican qué hacen, qué venden o qué quieren lograr.
Durante mi vida laboral he aprendido a valorar muchísimo el enfoque funcional del diseño. Cada pieza se construye con un objetivo claro: generar impacto pero con dirección.
El diseño no es solo algo que se ve bonito, sino una herramienta para guiar al usuario. Tipografías pensadas, estructuras jerárquicas bien definidas, llamadas a la acción ubicadas con intención… todo cuenta.
¿Estás perdiendo conversiones por culpa del diseño?
Tal vez has notado que tus campañas no generan clics o que tus redes no reciben interacción. ¿Y si el problema no es el producto ni el mensaje, sino cómo lo estás comunicando visualmente? Un diseño mal enfocado puede confundir, sobrecargar o incluso alejar a tu público, y eso se traduce directamente en pérdida de oportunidades.
Diseñar con estrategia es preguntarse siempre: “¿qué quiero que la persona haga después de ver esto?”. Si no puedes responderlo fácilmente, probablemente el diseño necesita ajustes. Recuerda: lo estético suma, pero lo funcional convierte.